Ah que nuestro querido Juaritos, esta ciudad donde los funcionaros municipales tienen cada ideota, que mire, ya ni se sorprende uno porque la creatividad municipal brilla como un faro a las tres de las tardes en el desierto, aunque a veces ilumine puras promesas.
La Ăşltima genialidad de nuestras autoridades es combatir a los “abusones” de las filas en los puentes internacionales con… ¡vialetones! SĂ, esos topes de plástico macizo que, segĂşn Seguridad Vial, pondrán orden en el caos de los cruces fronterizos.
Porque, claro, nada dice “civilizaciĂłn” como unas buenas barreras fĂsicas para evitar que los conductores se cuelen como si estuvieran en una carrera de karts.
Pero, dĂganme, Âżcuánto nos van a costar esta vez los dichosos vialetones? Porque en Juárez ya estamos curados de espanto: cada proyecto “integral” termina con un sobrecosto que nos hace sospechar si los están bañando en oro o importando de ParĂs. Y, oh, gran pregunta: si un coche se descompone en esos carriles estrechos, ÂżcĂłmo lo van a sacar? ÂżCon grĂşa voladora? ÂżO si hay un accidente vial, van a desmontar los vialetones a martillazos? Y si hay un accidente, Âżserá otro desfile de ambulancias atoradas entre el concreto? Pero tranquilos, seguro esto “mejorará la fluidez”… o al menos justificará otro gasto inexplicable.
Porque, seamos sinceros, en una ciudad donde las filas para cruzar a El Paso son más largas que una serie taiwanesa, un embotellamiento por un percance serĂa el colmo del realismo mágico juarense. Pero tranquilos, otra vez se planea desde el escritorio sin conocer el pulso de las calles. A estas alturas, lo Ăşnico que frena a Juárez no son los carros: es el sentido comĂşn.
Mientras tanto, en el terreno de los milagros econĂłmicos, nos llega la noticia de que el gas LP en Juárez solo ha subido un centavo en cuatro meses. ¡Un centavo! QuĂ© contenciĂłn, quĂ© disciplina de mercado. Uno casi podrĂa pensar que las empresas gaseras han descubierto el altruismo y decidieron darnos un respiro. Pero, perdonen mi escepticismo, esto huele a calma antes de la tormenta. Esperemos que para la Ă©poca invernal, cuando todos prendemos los calentones como si no hubiera mañana, no nos salgan con un aumento que haga su agosto en diciembre.
Ojalá esto no sea el preludio de un gasolinazo navideño. Porque ya nos conocemos: llega diciembre, cae una helada, sube la demanda, y de pronto el cilindro cuesta como si viniera directo de Qatar. Porque, vamos, la economĂa juarense no está para darse esos atascones. AsĂ que, por favor, gaseros, no nos fallen cuando llegue el frĂo.
Pero no todo es caos y sospecha en esta frontera. ¡Aplausos para los empresarios de Coparmex, que por fin se pusieron las pilas! Han cruzado el PacĂfico para buscar alianzas en JapĂłn, será que ya entendieron que no podemos vivir solo de maquilas.
Bien por ellos, que se aventuran a diversificar horizontes y a mirar más allá de las fábricas que dependen de los humores de Washington. Pero, queridos empresarios, no se queden en promesas de sake y sushi: traigan inversiones que diversifiquen de verdad nuestra economĂa. Porque seguir dependiendo de la maquila es como apostar todo al rojo en la ruleta, sabiendo que Trump puede tirar el tablero cuando le dĂ© la gana. AsĂ que, ¡venga, a trabajar esas alianzas y a construir un Juárez que no viva de la sombra maquilera.
Y para cerrar con un toque de verdadera alegrĂa en este circo fronterizo, un reconocimiento a los hĂ©roes deportivos de la ciudad. ¡Felicidades al FC Juárez, los Bravos, que van dos de dos en la “copa league”, demostrando que en Juárez sabemos patear algo más que problemas! Y quĂ© decir de los Indios de bĂ©isbol, que tambiĂ©n llevan dos victorias al hilo contra Delicias. ¡Eso, mis Indios, a seguir bateando fuerte! En una ciudad donde las noticias suelen ser tan alegres como un lunes sin cafĂ©, estos triunfos son un recordatorio de que, Juárez tambiĂ©n sabe ganar.
EpĂlogo: Directo al punto
AsĂ que aquĂ estamos, entre vialetones que prometen orden, gas que promete no arruinarnos (todavĂa) y empresarios que prometen un futuro menos maquilero. Mientras tanto, los Bravos y los Indios nos dan razones para gritar. En Juárez, la vida es un partido donde siempre jugamos de locales, lo que nos toca como ciudadanos es simple, pero poderoso: no dejar que nos vendan plástico pintado como soluciĂłn estructural. Ni en las calles… ni en la polĂtica.