vA Mario Vásquez lo han querido ubicar fuera del mapa local. “Chiquito y orejón”, dicen algunos, como si su distancia física del estado bastara para medir su influencia.
El senador del PAN está lejos de Chihuahua, sí, pero muy cerca del poder que importa, el que se teje en Palacio de Gobierno y en los pasillos del centro del país.
La señal más reciente fue su cercanía visible con quien está por asumir la presidencia del Comité Directivo Municipal del PAN.
No fue una foto aislada ni una cortesía, fue el mensaje de que su mano sigue pesando en la ruta interna del partido.
El gesto confirmó lo que muchos prefieren no ver, Vásquez opera sin reflectores, de bajo perfil, pero con la agenda abierta en la capital del país.
Ha sabido liderar y, sobre todo, transitar entre grupos que raramente coinciden: los dhiacos, las familias felices y todos los que convergen —y chocan— dentro del panismo.
Hoy sus tentáculos alcanzan al Comité Directivo Estatal, ahí está Daniel Álvarez, su fórmula al Senado; y ahora aparece César Komaba en el tablero municipal. No es casualidad que las piezas se acomoden alrededor.
La discusión pública suele quedarse en la pregunta equivocada: “¿le darán candidatura a Mario Vásquez?”. El verdadero dilema es otro y es doble: ¿va por la alcaldía… o también quiere la gubernatura?
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Nadie, absolutamente nadie, puede negar que Andrea Chávez sigue pesando en la política de Morena. Su figura mantiene fuerza en redes sociales, incluso a pesar de las polémicas que la rodean, entre ellas su cercanía con Adán Augusto López, “el jefe del cártel Tabasco”, como le llaman. Escándalos aparte, su nombre aparece inevitablemente en cualquier conversación sobre la ruta hacia 2027.
Hoy, en medio de los jaloneos internos, surge la hipótesis de que Chávez podría dar un paso de madurez política, reconocer que su carrera apenas comienza y que aún tiene muchos años por delante. Con esa lógica, dentro del propio Morena no se descarta que termine aceptando la candidatura a la alcaldía de Ciudad Juárez, como parte de un consenso que permita mantener unido al partido y evitar fracturas mayores en la elección.
La gubernatura, entonces, quedaría en manos de otros perfiles: se habla de Cuauhtémoc Estrada, Ariadna Montiel o incluso alguien más. Lo que sí parece claro es que Juan Carlos Loera no está en esa lista. Sus derrotas pesan demasiado y su única victoria real fue el Senado, impulsado por el arrastre de la presidenta de la República. En los hechos, su capital político no alcanza para encabezar una candidatura seria al 2027.
¿Quiénes podrían ser los fichajes principales? Ariadna Montiel es una de las cartas fuertes para la gubernatura. En Juárez, si no es Andrea, alguien con perfil similar; y en la capital aún se manejan nombres como Mayra Chávez o Hever Quezada.

El reparto, sin embargo, también estará condicionado por el factor de las cuotas de género, que terminarán de acomodar las piezas.
El futuro inmediato de Andrea Chávez no es menor: aceptar Juárez podría darle oxígeno político y, sobre todo, tiempo, pero un berrinche, ese sí podría costarle y mucho.
Porque si algo está claro es que, guste o no, la diputada juarense seguirá en la conversación política por muchos años más.
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Le salió bien la jugada a Daniela Álvarez al no arriesgar colocando piezas de demasiada cercanía como aspirantes al CDM en Chihuahua. Con ello evitó lecturas de favoritismo y blindó su margen de maniobra.
Komaba, además de ser perfil de línea, también se muestra disciplinado y alineado, lo que garantiza continuidad en el control político.
El cuidado mostrado por Daniela Álvarez refleja una comunicación plena con la oficina principal de Palacio, a donde seguramente consultó sobre a quién, dentro de los cuadros de confianza, podía dejar pasar sin generar ruido.
Todo apunta a que la estrategia buscó planchar La Paz en la joya de la corona, asegurando estabilidad interna y equilibrio territorial. Una jugada preventiva, por si el Estado no termina por ganarse en la elección.