Lo que brilla son los cargos donde la cartera queda como marranito, pero no necesariamente repleta de monedas, sino de puro billetón.
Lo que huele es que precisamente las carteras más infladas sean las de los tránsitos, que compiten entre sí para ver quién muerde más durante la jornada laboral.
Lo que apesta es que, ni con su bendito salario, el dinero que trabaja la ciudadanía apenas alcanza para los viáticos, como la gasolina y los desayunos de los oficiales. Y quizá por eso no se detienen a ayudar a las personas en choques, cuando los vehículos fallan o en otras emergencias… Ha de ser por eso.