Harfuch y la incómoda pregunta al pasado inmediato
En los últimos meses, el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, ha encabezado una serie de operativos que han significado duros golpes contra el crimen organizado. Detenciones, aseguramientos, desmantelamiento de células y una ofensiva más frontal marcan lo que parece un nuevo capítulo en la estrategia de seguridad nacional.
La opinión pública reconoce el esfuerzo y, al mismo tiempo, no deja de formular la pregunta incómoda: ¿por qué este impulso no se dio antes? Porque no es posible pensar que los grupos criminales surgieron apenas en el último año. Sus estructuras llevan décadas tejiéndose, consolidándose y operando a la vista de todos.
Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la narrativa oficial giró en torno a la política de “abrazos, no balazos”. Se decía que la violencia no podía enfrentarse con más violencia. Sin embargo, los resultados en la calle mostraron un panorama distinto: homicidios en cifras récord, territorios disputados, ciudadanos atrapados en balaceras y extorsiones cotidianas.
Hoy, con García Harfuch al frente, la política parece haber dado un viraje. El gobierno federal muestra músculo policial y coordinaciones inéditas, como si de pronto se hubiese liberado el freno de mano. Pero ese contraste inevitablemente desnuda la gestión anterior: si se podía actuar, ¿por qué no se hizo? ¿Fue omisión, cálculo político, miedo al desgaste, o una visión ideológica que terminó cediendo ante la presión de la realidad?
La delincuencia organizada no apareció de la noche a la mañana. Lo que ahora se combate ya existía, floreció e incluso se fortaleció bajo un discurso que privilegiaba la contención sobre la confrontación. Y ahí radica la contradicción: lo que hoy se presume como avances evidencia también lo que se dejó crecer ayer.
El mérito de Harfuch es indiscutible: resultados concretos que generan confianza en amplios sectores. Pero la pregunta seguirá flotando como un eco incómodo: ¿por qué se esperó tanto?
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Expogan 2025, la tradición de Chihuahua
Expogan Chihuahua 2025 llega a su edición 42 y, aunque la esencia y exposición ganadera sigue siendo el corazón de la feria, este año parece que la organización entendió algo fundamental: una fiesta de este tamaño también debe renovarse para seguir atrayendo multitudes.
La presentación de artistas en el escenario de Expongan es de los mayores atractivos y la promoción de estos eventos ha sido más intensa y estratégica, logrando que la feria no pase desapercibida en ningún rincón de la ciudad.
En un estado que combina campo, tradición y modernidad, Expogan 2025 no solo es entretenimiento: es escaparate, es identidad y es un recordatorio de que Chihuahua sabe celebrar su trabajo y su cultura con grandeza, TODOS AL EXPOGAN 2025
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El deterioro del Palacio de Gobierno
El Palacio de Gobierno de Chihuahua, símbolo de la historia y la identidad de nuestro estado construido a finales del siglo XIX, luce hoy en un estado por demás deplorable: paredes remojadas, moho, cantera desprendiéndose, muros manchados y un descuido evidente que no puede pasar inadvertido. No se trata solo de un edificio, sino de la memoria viva de generaciones. Que el patrimonio se desmorone frente a nuestros ojos refleja indiferencia y falta de responsabilidad. Urge llamar a cuentas a quien está al frente del área encargada, porque conservar este recinto no es un lujo, es un deber con Chihuahua y con su historia.
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Semáforos en rojo, carrera en azul
El secretario de Movilidad, César Komaba, estrena ahora cargo como presidente del Comité Municipal del PAN. Una encomienda política que, en apariencia, suena a premio, pero que llega con una pesada mochila de pendientes sin resolver en su haber. Entre ellos, quizá el más evidente y doloroso: los semáforos de la ciudad, un problema que se ha convertido en un auténtico símbolo del desorden vial y de la falta de respuestas.
La pregunta es inevitable: ¿esta nueva responsabilidad servirá para corregir el historial de omisiones o simplemente será otra oportunidad para quedar a deber? La ciudadanía no olvida que la movilidad sigue siendo un caos y que el tránsito depende más de la paciencia de los conductores que de una estrategia real de gestión urbana.
En política, los cargos cambian, pero los problemas permanecen. Y si Komaba no pudo resolver los semáforos desde la Secretaría, ¿usted cree que pueda ofrecer resultados desde el escritorio pitufo?