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Lo que brilla es la “educación gratuita y de calidad” que los políticos repiten como disco rayado en cada campaña, aunque en la práctica sólo quede en promesas huecas.
Lo que huele son las famosas “aportaciones voluntarias”, las cuotas disfrazadas, la falta de gas en invierno y hasta la carencia de papel de baño en las escuelas. Cuando se necesitan soluciones, las autoridades desaparecen como fantasmas y se encierran en sus oficinas.
Lo que apesta es que, tras reformas y cambios sexenales, nada mejora. La educación sigue igual o peor, y lo único que de verdad cambia son los colores de las mochilas con el logo del gobierno en turno. Para la foto siempre hay presupuesto, para la niñez nunca.
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