En Ciudad Juárez, donde las visitas presidenciales suelen ser más un desfile de fotos que un bálsamo para los problemas cotidianos, se anuncia que el viernes 26 de septiembre, traerá a Claudia Sheinbaum para rendir su informe de gobierno en el Estadio Juárez, un escenario que ya vibra con la expectativa de multitudes y, quién sabe, algún que otro acarreo disfrazado de entusiasmo.
La presidenta, en esta gira artĂstica que recorre el paĂs como si fuera un tour de rock, elegirá el diamante juarense para hablar de avances y visiones, el lugar elegido no es casual: el Estadio Juárez, administrado por el gobierno del estado, deberá ser un escenario que se deberá mostrar lleno, vibrante y disciplinado, porque nada legitima más a un polĂtico que una multitud aplaudiendo; pero uno no puede evitar preguntarse: Âżserá que Cruz PĂ©rez CuĂ©llar, con su habitual astucia de supervivencia, le pidiĂł perdĂłn a la presidenta por el repunte de la violencia a cambio de llenar el estadio hasta el techo? La pregunta no es quĂ© va a informar, sino cĂłmo va a llenar el graderĂo. ÂżSerá que entre los encargos al alcalde Cruz PĂ©rez CuĂ©llar está precisamente garantizar el lleno, aunque sea con camiones y promesas de lonche?
La anĂ©cdota se vuelve más sabrosa si recordamos los cierres de campaña del 2024: Andrea Chávez, con su carisma norteño, reuniĂł más gente que la misma Sheinbaum en ese entonces, una afrenta que la doctora no olvida fácilmente. ÂżY si Cruz, para perfilarse como el delfĂn de Morena en la gubernatura de 2027, arma un lleno total con buses y promesas? Porque en Juárez, llenar un estadio no es solo logĂstica; serĂa un mensaje de lealtad que podrĂa suavizar las crĂticas y allanar caminos electorales.
Sheinbaum, con su agenda de soberanĂa y programas sociales, aterrizará en una frontera que espera más que aplausos: soluciones a los rezagos que el alcalde no ha tocado. ÂżLleno garantizado o solo un estadio a medias – serĂa un mensaje demoledor, no para la presidenta, sino para su anfitriĂłn – a medias como las promesas de PĂ©rez CuĂ©llar? El viernes lo dirá, pero el aire ya huele a cálculo polĂtico.
Y justo ante la llegada de la jefa, las autoridades federales dan un golpe que parece calculado al milĂmetro: aseguraron 10,000 litros de combustible robado en un predio abandonado frente a una estaciĂłn de Pemex en la colonia Los Olmos, un operativo que involucrĂł a la Guardia Nacional y la SecretarĂa de la Defensa Nacional. Los tanques y bidones, escondidos en un terreno baldĂo, fueron hallados durante un patrullaje rutinario, con un valor estimado en cientos de miles de pesos.
QuĂ© conveniente timing: mientras Sheinbaum se prepara para su informe, este decomiso ilumina el esfuerzo contra el robo de hidrocarburos, un mal que aprieta a la frontera como un tornillo. La narrativa es clara, en Juárez tambiĂ©n se combate lo indebido, en Juárez tambiĂ©n se actĂşa, en Juárez tambiĂ©n hay control. Es la forma de mandar un mensaje a la mandataria: aquĂ no todo está desbordado, todavĂa podemos ofrecer resultados.
El detalle incĂłmodo es que este tipo de golpes suelen quedarse en lo anecdĂłtico. Se asegura el combustible, se difunden las fotos, se aplaude el operativo… y despuĂ©s el caso se desvanece en la burocracia de siempre. Lo que importa es la nota previa a la visita, no el seguimiento. La acciĂłn espectacular sirve como escaparate polĂtico más que como soluciĂłn de fondo.
Mientras tanto, en las calles de Juárez la autoridad real parece haberse evaporado. En Senderos de San Isidro apareció una manta anunciando un toque de queda. No importa el texto ni la amenaza: lo que duele es que la vida de la gente se condicione por órdenes que no vienen del gobierno. ¿Dónde están las flamantes patrullas que presumió el alcalde? ¿Dónde está la presencia de seguridad que se nos prometió? La imagen de ciudadanos atemorizados contrasta con la propaganda oficial de una ciudad “blindada”.
La manta, más allá de su contenido, es un sĂmbolo: quien dicta las reglas en algunos sectores no es la autoridad formal, sino actores que no se eligen en las urnas ni se evalĂşan en informes de gobierno. Y la pregunta queda en el aire: ÂżcĂłmo puede pedir el alcalde Cruz PĂ©rez Cuellar la gubernatura cuando ni siquiera puede garantizar que en colonias enteras la gente pueda caminar sin mirar el reloj?