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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
11 de octubre 2025

Tres estampas de la frontera

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En Ciudad Juárez, donde las visitas presidenciales suelen ser más un desfile de fotos que un bálsamo para los problemas cotidianos, se anuncia que el viernes 26 de septiembre, traerá a Claudia Sheinbaum para rendir su informe de gobierno en el Estadio Juárez, un escenario que ya vibra con la expectativa de multitudes y, quién sabe, algún que otro acarreo disfrazado de entusiasmo.

La presidenta, en esta gira artística que recorre el país como si fuera un tour de rock, elegirá el diamante juarense para hablar de avances y visiones, el lugar elegido no es casual: el Estadio Juárez, administrado por el gobierno del estado, deberá ser un escenario que se deberá mostrar lleno, vibrante y disciplinado, porque nada legitima más a un político que una multitud aplaudiendo; pero uno no puede evitar preguntarse: ¿será que Cruz Pérez Cuéllar, con su habitual astucia de supervivencia, le pidió perdón a la presidenta por el repunte de la violencia a cambio de llenar el estadio hasta el techo? La pregunta no es qué va a informar, sino cómo va a llenar el graderío. ¿Será que entre los encargos al alcalde Cruz Pérez Cuéllar está precisamente garantizar el lleno, aunque sea con camiones y promesas de lonche?

La anécdota se vuelve más sabrosa si recordamos los cierres de campaña del 2024: Andrea Chávez, con su carisma norteño, reunió más gente que la misma Sheinbaum en ese entonces, una afrenta que la doctora no olvida fácilmente. ¿Y si Cruz, para perfilarse como el delfín de Morena en la gubernatura de 2027, arma un lleno total con buses y promesas? Porque en Juárez, llenar un estadio no es solo logística; sería un mensaje de lealtad que podría suavizar las críticas y allanar caminos electorales.

Sheinbaum, con su agenda de soberanía y programas sociales, aterrizará en una frontera que espera más que aplausos: soluciones a los rezagos que el alcalde no ha tocado. ¿Lleno garantizado o solo un estadio a medias – sería un mensaje demoledor, no para la presidenta, sino para su anfitrión – a medias como las promesas de Pérez Cuéllar? El viernes lo dirá, pero el aire ya huele a cálculo político.

Y justo ante la llegada de la jefa, las autoridades federales dan un golpe que parece calculado al milĂ­metro: aseguraron 10,000 litros de combustible robado en un predio abandonado frente a una estaciĂłn de Pemex en la colonia Los Olmos, un operativo que involucrĂł a la Guardia Nacional y la SecretarĂ­a de la Defensa Nacional. Los tanques y bidones, escondidos en un terreno baldĂ­o, fueron hallados durante un patrullaje rutinario, con un valor estimado en cientos de miles de pesos.

Qué conveniente timing: mientras Sheinbaum se prepara para su informe, este decomiso ilumina el esfuerzo contra el robo de hidrocarburos, un mal que aprieta a la frontera como un tornillo. La narrativa es clara, en Juárez también se combate lo indebido, en Juárez también se actúa, en Juárez también hay control. Es la forma de mandar un mensaje a la mandataria: aquí no todo está desbordado, todavía podemos ofrecer resultados.

El detalle incómodo es que este tipo de golpes suelen quedarse en lo anecdótico. Se asegura el combustible, se difunden las fotos, se aplaude el operativo… y después el caso se desvanece en la burocracia de siempre. Lo que importa es la nota previa a la visita, no el seguimiento. La acción espectacular sirve como escaparate político más que como solución de fondo.

Mientras tanto, en las calles de Juárez la autoridad real parece haberse evaporado. En Senderos de San Isidro apareció una manta anunciando un toque de queda. No importa el texto ni la amenaza: lo que duele es que la vida de la gente se condicione por órdenes que no vienen del gobierno. ¿Dónde están las flamantes patrullas que presumió el alcalde? ¿Dónde está la presencia de seguridad que se nos prometió? La imagen de ciudadanos atemorizados contrasta con la propaganda oficial de una ciudad “blindada”.

La manta, más allá de su contenido, es un símbolo: quien dicta las reglas en algunos sectores no es la autoridad formal, sino actores que no se eligen en las urnas ni se evalúan en informes de gobierno. Y la pregunta queda en el aire: ¿cómo puede pedir el alcalde Cruz Pérez Cuellar la gubernatura cuando ni siquiera puede garantizar que en colonias enteras la gente pueda caminar sin mirar el reloj?

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