Lo que brilla son las ganas de conocer nuestro estado y salir un fin de semana a un municipio desconocido para despejarnos de la ciudad, sus multitudes y su tráfico.
Lo que huele son las pésimas condiciones de las carreteras, la falta de señalamientos que obstaculizan el paso y que muchas veces ocasionan daños al vehículo, lo cual hace que se nos quiten las ganas de ponernos la camiseta con el nombre de Chihuahua.
Lo que apesta es que, mientras las autoridades se echan la bolita sobre a quién le corresponde qué cosa ( si es tramo federal o estatal, o quién se queda con el dinero de las casetas), la inseguridad crece, las noticias rojas de carreterazos se acumulan y las ganas de conocer la historia de nuestro bonito Chihuahua se apagan.
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