
Por fin una buena —y de las que valen aplausos—: Juárez empezará a limpiar el cielo. SĂ, el cielo. Ese que por años se ha visto enredado en telarañas de cables viejos, caĂdos, oxidados, y que más que ciudad moderna parecĂa una maqueta de Frankenstein elĂ©ctrico.
El alcalde Cruz PĂ©rez CuĂ©llar, en un movimiento que por una vez no huele a postureo electoral, firma un convenio histĂłrico con la Cámara Nacional de la Industria ElectrĂłnica, de Telecomunicaciones y TecnologĂas de la InformaciĂłn (CANIETI) para ordenar el cableado aĂ©reo y limpiar el desmadre visual que cuelga de los postes como si fueran tendederos de ropa sucia.
Aplausos, sĂ, porque esto no es un anuncio de más; es un paso concreto que involucra a Izzi, Telmex y Megacable en dos fases: primero, retirar los cables en desuso que convierten las avenidas en junglas de hilos; segundo, reorganizar los activos para que cumplan estándares y, quiĂ©n sabe, quizás un dĂa los entierren bajo tierra como en ciudades que se toman en serio su skyline.
La iniciativa, impulsada por el regidor Alejandro Aviña, promete empezar en vialidades principales y zonas de alto tránsito, con monitoreo constante para que el caos no regrese como mala hierba. Bien por Cruz, que en este caso se echa el trompo a la uña sin esperar a que el viento lo vuele, y por Aviña, que ve más allá para limpiar el aire –literalmente– de esta ciudad que respira telarañas. Y animas, para que después de iniciar con las avenidas principales, se metan después a las colonias.
Pero si el cielo se limpia, el alcalde PĂ©rez CuĂ©llar ve cĂłmo su peticiĂłn para retirar los retenes militares en los accesos a Juárez y el Valle se pierde en el Ă©ter del EjĂ©rcito mexicano, un silencio que resuena como un portazo en una casa vacĂa.
Hace dĂas, Cruz levantĂł la voz –con razĂłn, hay que decirlo– contra esos checkpoints que brotaron como hongos, argumentando que no resuelven nada: generan colas eternas que frustran a los juarenses, permiten que los problemas se desvĂen a rutas alternas y, peor, cuestionan su constitucionalidad al meter militares en labores civiles que deberĂan ser de policĂas locales. “PresionarĂ© por otras instancias, como la mesa de seguridad”, soltĂł el edil en su rueda de prensa, prometiendo cartas y llamadas para que el EjĂ©rcito –que lo ha ignorado más que al dedo cuarto del pie izquierdo (ni siquiera sabe cuál dedo le hablo Âżverdad?) – en fin, ignorando asĂ su reclamo como si fuera un tuit olvidado-
Eso sĂ: Cruz tiene un punto. Los retenes no han reducido la violencia ni mejorado la percepciĂłn ciudadana. Solo han servido para entorpecer el tránsito y poner en evidencia la falta de coordinaciĂłn entre los tres niveles de gobierno.
Y para no terminar en nota tan ignorada, una “ola de impuestos” que moja a todos desde la cámara de diputados: el gobierno federal, fiel a su mantra de “primero los pobres” y “no vamos a crear nuevos impuestos ni aumentar los existentes”, ve cĂłmo sus diputados aprueban una cascada de gravámenes que parecen diseñados para exprimir al de abajo mientras el de arriba se rĂe.
La Cámara de Diputados, con Morena y aliados en mayorĂa, dio luz verde al Paquete EconĂłmico 2026, que incluye un IEPS del 4.5% a refrescos, tabaco y cigarros electrĂłnicos, un nuevo impuesto a videojuegos “violentos” que Hacienda justifica como “saludable”, alzas en cuotas a casinos que suenan a castigo moral disfrazado de recaudaciĂłn y hasta alza a entradas a museos y lugares histĂłricos.
Sheinbaum, en su mañanera, lo pinta como “equidad fiscal” para financiar bienestar, pero el detalle pica: los contribuyentes verán su refresco subir 1.64 pesos por litro y su vicio digital gravado como si fuera pecado capital. QuĂ© descaro tan presidencial: el “no aumentaremos impuestos” de campaña se diluye en una ola que moja a la clase media con IEPS que recaudan 713 mil millones, pero que financian promesas sociales sin tocar a los grandes evasores.