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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
6 de diciembre 2025

Traidores en el surco: cuando el agua se vuelve veneno político

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Chihuahua, ese estado donde el desierto no es lo más seco, sino las promesas de los que se supone que riegan el poder. Imagínense la escena: un millar de agricultores, con el frío de diciembre azotándoles la piel como un látigo federal, plantan sus cuerpos y tractores en los cruces fronterizos como si fueran estacas en un duelo al amanecer.

No es un capricho, entiendan; es una guerra por el agua que no corre, por la tierra que se agrietó bajo el peso de una Ley General de Aguas que se aprobó en la Cámara de Diputados con la rapidez de un rayo y la opacidad de un sótano. Bloquean Palomas-Columbus, Jerónimo-Santa Teresa, Córdova-Américas, Zaragoza-Ysleta y Guadalupe-Tornillo, paralizando el pulso binacional de mercancías como si dijeran: “Si nosotros no comemos, nadie cruza”. Y lo que empezó como un murmullo en el Valle de Juárez se intensifica ahora en un rugido nacional: Eraclio “Yako” Rodríguez, ese líder del Frente Nacional para el Rescate del Campo que habla con la crudeza de quien ha visto secarse más sueños que presupuestos, convoca a tomar carreteras enteras, a cerrar el país si hace falta. “Hasta lograr la victoria”, jura, mientras advierte de escasez inminente en combustibles y alimentos.

¿Y el remate? Adrián LeBaron, el eterno guerrero de las causas perdidas, amenaza con invadir estadios durante el Mundial del próximo año, cancelando goles con guadañas si no posponen esta ley hasta 2026. Porque, como dice, no rechazan la ley en sí –quieren sustentabilidad, no anarquía–, pero sí este “voto al vapor y en lo oscuro” que los deja fuera del tablero. ¿Alta traición? Exacto: los diputados de la Comisión de Recursos Hidráulicos les cerraron la puerta en las narices, y ahora el Senado acelera el trámite como si fuera un sprint para olvidar.

Pero el veneno no se queda en los surcos; gotea hasta las redes sociales, donde los agricultores difunden carteles de “se busca” que parecen sacados de un western chihuahuense: “Máxima traidora al campo” para la diputada Lilia Aguilar Gil del PT, y “Se busca por traicionar a Chihuahua” para el senador Javier Corral Jurado. ¿Por qué? Porque aprobaron esta ley fast-track que amenaza la soberanía alimentaria, ignorando voces del campo que claman por pozos ganaderos legales, sin manga ancha para mineros contaminantes o industriales que chupan el agua como si fuera tequila gratis.

Benny Schmidt, de la menonita Ahumada, lo clava: “Nos afecta el trabajo, la producción, las familias”. César Chávez, de Janos, remata con la carretera a punto de caer. Y en medio del bloqueo, piden disculpas a los afectados –transportistas, familias–, pero no bajan la guardia: exigen que la SCJN, esa Suprema Corte que debería ser el árbitro imparcial y no un bufón de Palacio, nulifique esta farsa.

Porque si fuera independiente, ¿quién aprobaría un dictamen sin reservas, sin escuchar al que siembra el pan de la nación? Represión federal, intimidaciones, silenciamiento: el gobierno presume libertad de manifestación mientras manda drones a vigilar tractores. Traición pura, con acento morenista: un Congreso “vendido” que vota por el campo ajeno, dejando al nuestro en barbecho.

Y aquí entra el contrapunto azulado, ese que huele a oportunismo electoral pero al menos pone el dedo en la llaga: Daniela Álvarez, la líder estatal del PAN, no se muerde la lengua y lanza dardos envenenados contra la misma Lilia Aguilar. “¿Por qué te abstuviste en la votación si juras que la ley no daña, que no estás ni a favor ni en contra?”, truena Álvarez en redes, cuestionando cómo una diputada chihuahuense no levantó la voz por el sector rural en ninguna sesión, dejando a los agricultores como extras en su propio drama.

Aguilar, del PT y aliada de la 4T, se picó como chile en wound: amenazó con denuncias por compartir sus datos personales –¡vaya, la delgada piel de la traidora!– y retó a debate, pero Álvarez, con la audacia de quien no tiene nada que perder en este circo preelectoral, acepta: “No le tengo miedo, pero primero explícame esa abstención cobarde. Y retomemos el debate que dejaste colgado, donde ignoraste a los productores en el Congreso local”.

Es el choque PAN vs PT en su esplendor: la panista la tilda de “traidora” que no representa al pueblo, mientras Aguilar patalea y exige disculpas que no llegarán. Implicaciones? Un ring político que distrae del meollo –el agua que no fluye–, pero al menos obliga a que las voces del campo no se ahoguen en el ruido de Palacio. ¿Debate real o show de redes? Apuesto por lo segundo, pero ojalá salpique y moje a los que aprobaron esta ley a hurtadillas.

Al final, en esta frontera donde el agua es oro y la traición, plomo, los agricultores maximizan su grito porque saben que el silencio es complicidad. Carreteras tomadas, Mundial en jaque, SCJN invocada como deidad laica: todo para que el Congreso entienda que el campo no es un apéndice, sino el corazón latiendo. Y mientras Álvarez y Aguilar se miden en un duelo de egos, Chihuahua ríe con amargura: ¿cuándo aprenderán que legislar sin escuchar es como regar con arena? Porque si no posponen esta ley, no serán solo los tractores los que bloqueen; será el hambre la que cierre el país. Y eso, queridos traidores, no lo salva ni un gol en tiempo extra.

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