Los acontecimientos de este fin de semana suponen uno de los desafíos más directos al poder de Vladimir Putin desde el comienzo de la invasión rusa a Ucrania el año pasado.
El presidente ruso acusó al líder del grupo mercenario Wagner, Yevgeny Prigozhin, de traición, de embarcase en una rebelión armada, dándole a su país lo que califició como “una puñalada en la espalda”.
Prigozhin, una de las figuras más importantes de Rusia, dijo que su objetivo no era “un golpe militar sino una marcha por la justicia”.
Tras un firme avance de los combatientes de Wagner hacia Moscú, de la que llegaron a estar a 200 km de distancia, Prigozhin anunció que darían media vuelta y regresarían a sus bases, después de alcanzar un acuerdo con el presidente de Bieolorrusia, Alexander Lukashenko.