
H. Cd. de Chihuahua.- Hoy, 11 de septiembre de 2025, se cumplen 24 años de los atentados terroristas del 2001 contra Estados Unidos, considerados uno de los episodios más impactantes de la historia contemporánea. La caída de las Torres Gemelas en Nueva York marcó un antes y un después en la seguridad internacional, en la política global y en la vida de millones de personas.
La mañana de aquel martes, a las 8:46 hora local, un avión comercial impactó contra la Torre Norte del World Trade Center. Diecisiete minutos después, a las 9:03, otro avión se estrelló contra la Torre Sur, en un hecho que el mundo presenció en vivo a través de la televisión. A las 9:37, un tercer avión fue dirigido contra el Pentágono, sede del Departamento de Defensa en Washington, mientras que un cuarto aparato se desplomó en un campo de Pensilvania, tras el intento de pasajeros por recuperar el control de la aeronave.

En menos de dos horas, las Torres Gemelas colapsaron entre humo y fuego, sepultando a miles de personas bajo toneladas de acero y concreto. El saldo fue devastador: alrededor de 3 mil personas murieron y más de 6 mil resultaron heridas. A ellas se suman los bomberos, policías y rescatistas que perdieron la vida en labores de auxilio, así como aquellos que años después sufrieron enfermedades derivadas de la exposición al polvo y los escombros.
El ataque fue atribuido a la red terrorista Al Qaeda, encabezada por Osama bin Laden. En respuesta, Estados Unidos lanzó la llamada “guerra contra el terrorismo”, que incluyó la invasión a Afganistán para derrocar al régimen talibán y, poco después, la intervención en Irak. Estas decisiones redefinieron la política exterior estadounidense y marcaron la agenda internacional durante las siguientes dos décadas.
En el ámbito social, los atentados cambiaron radicalmente la forma de viajar y de entender la seguridad. Los aeropuertos implementaron estrictos protocolos de revisión, las fronteras adoptaron mayores controles y la vigilancia digital aumentó de manera considerable. Muchas de estas medidas continúan vigentes en todo el mundo.

A nivel humano, el 11 de septiembre dejó un vacío difícil de dimensionar: miles de familias quedaron marcadas por la ausencia de padres, madres, hijos y hermanos. Nueva York, conocida como la ciudad que nunca duerme, atravesó días de silencio, duelo y desconcierto. Sin embargo, también surgió un espíritu de unidad y solidaridad que se convirtió en símbolo de resiliencia para sus habitantes.
Cada año, en la llamada Zona Cero, donde se levantaban las Torres Gemelas, se realiza una ceremonia en memoria de las víctimas. Los nombres de quienes perdieron la vida son leídos en voz alta, uno por uno, en un acto solemne que busca recordar que detrás de las cifras hay historias personales, sueños interrumpidos y proyectos que nunca se cumplieron.
Hoy, en 2025, Nueva York ha cambiado. En el sitio del atentado se erige el One World Trade Center, el edificio más alto de la ciudad y un símbolo de esperanza. Junto a él, el Museo y Memorial del 11-S recibe a millones de visitantes cada año, con el propósito de mantener viva la memoria de aquel día y transmitir su significado a las nuevas generaciones.
El mensaje que año con año se repite en Nueva York y en distintas partes del mundo es claro: nunca olvidar.