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Heroica ciudad de Chihuahua, Chih. México
26 de septiembre 2025

La Independencia de los contrastes | Cuando el bullying cierra escuelas y las autoridades cierran los ojos | Salinas Pliego: la voz que incomoda | Canelo: pierde en el ring, pero gana en la caja

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La Independencia de los contrastes

La fiesta de la Independencia en Chihuahua volvió a ser un espejo de lo que somos como sociedad: un país de contrastes. Afuera del Palacio de Gobierno, la explanada se llenó de familias que entre puestos de antojitos, niños con banderitas y jóvenes con trompetas de plástico, celebraban con entusiasmo la noche del Grito. Son ellos, los ciudadanos de a pie, quienes con sus impuestos sostienen no solo el espectáculo de fuegos artificiales y el sonido de los mariachis, sino también los sueldos y privilegios de los que se concentran puertas adentro.

Dentro del Palacio, el escenario fue distinto. Entre bocadillos finos, brindis con copas de cristal y trajes de etiqueta, los funcionarios, políticos e invitados especiales vivieron su propia fiesta: cómoda, elegante, distante del bullicio popular. Ahí, donde el aire acondicionado y la música en vivo sirven de telón de fondo, el pueblo se convierte apenas en espectador, una escenografía más de un festejo diseñado para las élites.

El contraste es tan evidente como hiriente: mientras afuera se gritaba “¡Viva México!” con la garganta al borde de la ronquera, adentro se murmuraba entre brindis y selfies de salón; mientras unos hacían fila para comprar un elote o un refresco, otros recibían canapés y vino de cortesía, servidos por meseros Mexicanos como usted o como yo que deberían estar disfrutando junto a sus familias la noche del 15. Y aunque el simbolismo de la Independencia debería recordarnos que la libertad se conquistó para todos, la realidad nos enseña que seguimos divididos en dos mundos: el del pueblo que paga y el de los privilegiados que disfrutan.

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Cuando el bullying cierra escuelas y las autoridades cierran los ojos

La secundaria 3101 hoy no es un plantel educativo, es un monumento a la indiferencia. Cincuenta y siete agresiones —físicas y sexuales— cometidas por un solo alumno y ninguna autoridad movió un dedo. Ni la dirección, ni la Secretaría de Educación, ni la tan mencionada Comisión de Derechos Humanos: todos sordos, todos mudos, todos cómodos en su burocracia.

Los padres tuvieron que cerrar la escuela porque las instituciones prefirieron abrir expedientes que acumulan polvo. La lección es amarga: en Chihuahua parece más fácil proteger a un agresor que garantizar la seguridad de decenas de alumnos y maestros.

Que no vengan ahora con discursos de “cero tolerancia al bullying”. La tolerancia ha sido total, descarada y criminal. Lo que se vive en la secundaria 3101 no es un caso aislado, es un reflejo de un sistema educativo podrido de omisiones, donde la negligencia pesa más que la protección de los jóvenes y niños.
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Salinas Pliego: la voz que incomoda

Ricardo Salinas Pliego incomoda porque no habla como político, habla como ciudadano harto. Mientras los partidos reparten discursos reciclados, él dispara verdades sin filtro. Su estilo irreverente no es soberbia: es el espejo de un país cansado de la hipocresía.

Mientras los partidos tradicionales se ahogan en sus propias encuestas infladas y promesas recicladas, Salinas Pliego se mueve como pez en el agua, con el descaro de quien no depende de un sueldo público ni de un padrino político. Y ahí está su fuerza: no tiene miedo de incomodar, porque no le debe nada a nadie más que a su propio bolsillo y a sus convicciones, ahhh y varios miles de millones a Doña Dolores.

Y quizá ahí está la clave de su movimiento: no promete ser “otro más”, sino el que rompe la mesa donde los de siempre ya hicieron trampa.

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Canelo: pierde en el ring, pero gana en la caja

La derrota del Canelo Álvarez frente a Terence Crawford fue hi$tórica: perdió los cinturone$ y el invicto de la $oberbia. Pero lo que no perdió fue la co$tumbre de $alir ganando, aunque $ea desde la bol$a. Porque $i algo hay que decir con claridad e$ que, en el boxeo moderno, las apues$ta$ pe$an tanto como lo$ guante$.

Mientra$ millone$ de aficionado$ lloraban la caída del “héroe mexicano”, en las ca$a$ de apue$ta$ corrían río$ de dinero. Lo$ que confiaron ciegamente en Canelo vieron esfumar$e $u$ ahorro$ en un par de tarjeta$ de juece$, y quiene$ $e la jugaron con Crawford hicieron su ago$to en $eptiembre.

Y Canelo, ¿qué? Él, como buen empre$ario del ring, perdió la pelea, pero no el negocio. Con cada golpe, con cada round, con cada transmi$ión vendida, $umó mile$ y mile$ de dólare$ a $u cuenta. E$a e$ la ironía: el pueblo pone la pa$ión, la fe y ha$ta la cartera; el campeón pone los puño$… y $e lleva la fortuna, gane o pierda.

Al final, la pelea no se decidió en el ring, sino en las ca$as de apue$ta$ y en los contrato$ millonario$. Canelo perdió la gloria, pero ganó lo de $iempre: dinero fre$co, directo a la bol$a. Y en e$te juego, como en la política, el único que nunca pierde e$ el que ya tiene a$egurada la ganancia.

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